Marc
Augé
El
problema de las ciencias sociales es que sus objetos son objetos históricos,
cambian históricamente; es decir, política, económica, cultural y socialmente,
como también cambian sus contextos. Resulta entonces, que la experiencia de un
antropólogo que empezó a trabajar en los años sesenta es, a la vez,
antropológica e histórica.
El
simbolismo, en general, y la necesidad de todos los grupos humanos de pensar la
vida y la sociedad a partir de una simbolización del espacio y del tiempo. Todos
los grupos humanos intentan entender el mundo, la sociedad y la historia. Todos
construyen representaciones de la persona, de la masculinidad y de la
feminidad, de las relaciones entre los unos y los otros, de la identidad, de la
alteridad, de la vida y de la muerte, del poder, etc. La mirada antropológica,
para el antropólogo mismo, es una oportunidad para reflexionar sobre sus
propias representaciones, es finalmente una mirada reflexiva. Se podría hablar
a propósito de cualquier grupo africano, de una teoría de la persona que no se
enseña de manera global, sino a través de diversas circunstancias, de diversos
rituales y que unos especialistas, curanderos y jefes de linaje, conocen y
aplican. La persona africana es a la vez plural, estructural e inmanente. Es
plural, porque en los sistemas de representación de la persona aparecen siempre
al menos dos elementos, uno que significa la permanencia del individuo y que
tiene que ver con la noción de identidad individual, y otro que significa la
capacidad de relacionarse (de relación) y que tiene que ver con la noción de
alteridad, tanto bajo los aspectos agresivos, el poder de atacar al otro, como
bajo los aspectos defensivos, el poder de protección. La persona es también
estructural; cada elemento de la persona se trasmite, ya sea vía agnaticia o en
la línea uterina. En términos técnicos tienen que ver con una relación de
filiación o de alianza matrimonial. Debido al hecho de que los poderes
agresivos o defensivos están ligados a estos elementos, todas las relaciones
entre individuos tienen que ver con la estructura misma, con la estructura
social.
El
profetismo; un fenómeno de tipo religioso-político que apareció en los primeros
años de la colonización en Costa de Marfil, pero también en otros países como
Congo o Sudáfrica y que existe todavía hoy en día. Es una reacción frente a la
colonización, pero más generalmente frente a una experiencia muy intensa de la
alteridad y del cambio histórico. Un claro ejemplo de los límites que una
sociedad puede encontrar cuando intenta entender y regular las relaciones entre
los unos y los otros. Esta regulación es la fidelidad a las cosmologías
tradicionales y a las teorías que voy a exponer muy brevemente. Un dios de los
panteones africanos no es una mediación entre los seres humanos y lo
sobrenatural. No hay sobrenatural. El dios, por su materialidad, es un
instrumento de las relaciones entre los seres humanos mismos, tal y como lo es
el rito, la posesión o el sueño, y como lo son todos los fenómenos que la
antropología ha estudiado. Así pues, se trata siempre en una lógica de la
inmanencia, de regular las relaciones entre los seres humanos. Un rito es un
dispositivo simbólico que permite construir identidades frente a ciertas
alteridades, un instrumento de negociación simbólica con los otros. Otros
individuos, otro sexo, otras edades,
El
cambio de contexto a nivel global y del desarrollo de una nueva ideología que
todos nosotros compartimos y que es "la ideología del presente". La ideología del sistema global es también una
ideología del presente, se habla del fin de los grandes relatos, de los relatos
del futuro y del fin de la historia, pero el problema es que la gente necesita,
ante todo, dos cosas: una posibilidad real de pensar su relación con los otros
y, como consecuencia, una posibilidad real de expresar esta relación dentro de
una perspectiva temporal. A esta relación la llamaré sentido: sentido social.
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