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miércoles, 19 de enero de 2022

¡Hola y adiós, mamá!

 ¡Hola y adiós, mamá!

(Hangul: 하이바이, 마마!; RR: Haibai, mama!)

Serie coreana actualmente en la grilla de Netflix.

Una joven madre pierde la vida sin poder conocer a su hija y deja un esposo, padres, hermana y amigos. Todos estos roles son dejados atrás por ella.

Cinco años después de su muerte, consigue un permiso para regresar por cuarenta y nueve días con sus afectos.

Conocí esta serie por el algoritmo de la plataforma, es decir, por casualidad. Pero no pude dejar de verla por la construcción de los momentos del reencuentro con amigos, esposo, padres y su hermana.

Enero fue un mes difícil para mí. Sentí el peso de varias fechas significativas que se acumularon en mi corazón: cumpleaños y despedidas. Recuerdo haber leído una vez a Adolfo Bioy Casares. Nos aferramos a la vida como si fuéramos inmortales, a pesar de saber que un día nos iremos. Cada despedida, inevitablemente, lleva consigo la posibilidad de que sea la última vez que nos veamos. Tal vez nunca más nos crucemos.

Si tan solo pudiéramos viajar en el tiempo y regresar al abrazo de nuestra madre para decirle cuánto la queremos, sin más. Si yo tuviera esa oportunidad, volvería a su lado en la cama, durmiendo juntos para sentir su calor. La abrazaría y la sujetaría fuertemente, deseando que nunca se alejara de mí. Solo vivimos en el presente y podemos imaginar un futuro, pero podemos visitar el pasado en nuestra mente, rebobinando a través de los recuerdos.

Agustín de Hipona, en su obra "Confesiones", no aborda específicamente el tema de viajar en el tiempo. En lugar de eso, reflexiona sobre su vida y su relación con Dios, tocando temas relacionados con la memoria, el tiempo y la eternidad. Agustín describe la naturaleza del tiempo como una combinación de pasado, presente y futuro, y argumenta que la memoria es fundamental para nuestra comprensión del tiempo.

Pero, si realmente pudiéramos viajar en el tiempo, haría exactamente lo que hace la protagonista en esa serie de televisión coreana. Me rodearía de mis seres queridos, cuidando de que las lágrimas de mi madre no fluyan por mi culpa. Incluso me llevaría los números ganadores de alguna lotería para brindarles algo de paz en medio de su angustia. Constantemente reviviría experiencias pasadas en mi mente y en mis recuerdos, en lugar de vivir plenamente en el presente.

Lo que hace mágico ese dorama coreano es el hecho de que no podemos volver a vivir el pasado, no podemos regresar al regazo de nuestras madres y no podemos reparar los daños de una discusión. Sin embargo, podemos verlo de manera más positiva, como una forma de valorar y apreciar los recuerdos y las experiencias pasadas, que son una parte integral de nuestra vida. Los recuerdos pueden tener un significado emocional y personal importante, y pueden servir como una fuente de aprendizaje, crecimiento y conexión con nuestro pasado. Los recuerdos y la nostalgia pueden ser poderosos, pero también es importante recordar que el presente es la única realidad en la que podemos actuar.


Pablo Barreto.


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