martes, 24 de diciembre de 2024

El mensaje de Martín Avedeitch



El mensaje de Martín Avedeitch

Martín Avedeitch, un anciano zapatero ruso, vivía su día a día con humildad y devoción. Una noche, mientras leía su Biblia, se preguntó: "¿Qué haría si el Señor viniera a mi casa?" Con este pensamiento, se quedó dormido, pero una voz lo despertó:

—Martín, Martín. Mañana vendré.

Al día siguiente, Martín esperó con ansias la llegada del Señor.

Primero, vio al anciano Stepanich paleando nieve bajo el frío intenso. Martín lo invitó a entrar, ofreciéndole té y un lugar cálido para descansar. "Gracias, Martín. Me has dado alimento y confortación al cuerpo y al alma," dijo Stepanich al marcharse.

Más tarde, Martín atendió a una mujer desaliñada con su bebé. Le dio comida, ropa, su propio abrigo y unas monedas. La mujer, con lágrimas en los ojos, susurró: "El Señor te bendiga, buen hombre."

Hacia el atardecer, Martín vio a un niño robando una manzana de una anciana. Al intervenir, calmó a ambos:

—Déjalo, abuela. No lo hará más.

Tras reconciliar a la anciana y al niño, Martín pagó la manzana y enseñó: "Abuela, no debemos castigar como queremos nosotros, sino como quiere Dios." El niño, arrepentido, ayudó a la anciana a cargar sus manzanas mientras se marchaban juntos.

Al final del día, Martín volvió a su Biblia, reflexionando sobre el día sin haber recibido la visita esperada. Pero entonces, una voz resonó:

—Martín, Martín… ¿No me conoces?

Y en el rincón oscuro de su zapatería, aparecieron las figuras del anciano, la mujer con el bebé, y el niño con la anciana. Todos sonrieron y se desvanecieron.

Entonces, Martín comprendió: el Salvador lo había visitado tres veces ese día, a través de quienes necesitaron su bondad y amor.

Lección:


Dios se manifiesta en cada acto de bondad hacia los demás. Abramos los ojos y el corazón para reconocerlo en las personas que cruzan nuestro camino..

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