martes, 12 de mayo de 2020

Discriminación y estigmatización en el asentamiento Malvinas Argentinas: Desafiando prejuicios y construyendo igualdad

La discriminación y estigmatización que sufren los grupos de jóvenes y adolescentes en el asentamiento Malvinas Argentinas, ubicado al norte de la localidad de Fontana, en el lote 217 de la chacra 40, es un problema grave. Este asentamiento se encuentra en una zona vulnerable debido a las frecuentes crecidas del Río Negro y la Laguna Palma, lo que lo hace más propenso a las inclemencias climáticas.

Es importante destacar que la idea de responsabilizar al individuo por su situación y considerar la pobreza como un defecto moral es incorrecta. La falta de acceso a servicios básicos como luz, agua, empleo y alimentos no es un reflejo de la falta de voluntad o esfuerzo de las personas. Este pensamiento erróneo convierte a la pobreza en algo inmoral, perpetuando la estigmatización y discriminación hacia aquellos que la padecen. Por ejemplo, se asocia la falta de útiles escolares o libros con la falta de aplicación en los estudios, o vivir en condiciones precarias se interpreta como promiscuidad. La falta de comodidades o la ausencia de una movilidad social exitosa se consideran como indolencia y apatía. Estas interpretaciones negativas se basan en prejuicios propios de los sectores sociales hegemónicos y se extienden al jefe o jefa de familia del asentamiento.

Este estigma de inferioridad e inmoralidad actúa como una justificación para discriminar a los jóvenes y adolescentes que residen en el asentamiento. Además, esta discriminación es tanto sufrida como practicada por ellos mismos, lo que genera exclusión social. La imagen negativa de la pobreza, asociada a la delincuencia, vagancia y promiscuidad, se transmite desde fuera del asentamiento, pero también es asumida y difundida por los propios jóvenes, basándose en su experiencia personal.

Según E. Goffman, la "teoría del estigma" es una ideología que pretende explicar la inferioridad del estigmatizado y el supuesto peligro que representa para la sociedad (Goffman, 1970). Los adolescentes tienden a comportarse de manera acorde a su edad y a dejarse influir por la mayoría y por su grupo de amigos, ya que están construyendo su identidad. El grupo les brinda seguridad, reconocimiento social y les proporciona ideas y valores que moldean sus opiniones. Durante la adolescencia, absorben todo lo que los rodea, por lo que el grupo es fundamental para modelar su personalidad y conciencia colectiva, superando las conciencias individuales.

Los jóvenes que viven en un asentamiento buscan grupos de pertenencia fuera de él. Se les exige que asistan a escuelas en otros barrios y pasan su tiempo libre en parques, plazas y avenidas lejos de su hogar. Invierten en su apariencia para ocultar su lugar de procedencia y realizan sus consumos fuera del asentamiento. Buscan por todos los medios deshacerse del estigma de provenir de un barrio con esas características.

La creencia de que en el asentamiento residen ladrones, prostitutas, borrachos y drogadictos impone medidas de disciplina en el hogar

 que se ajustan a esta percepción. Se prohíbe a los menores y jóvenes salir de casa después del anochecer; se teme que se produzcan incendios provocados por peleas entre facciones o bandas delictivas y la policía; se acompaña a las mujeres que salen a trabajar antes del amanecer para protegerlas de posibles agresiones. El vecino es visto como un enemigo potencial.

Cada casa se convierte en una isla y no se forma una comunidad. La falta de espacios comunes o puntos de encuentro hace que las veredas sean consideradas como propiedades individuales en lugar de espacios públicos. Si más de dos jóvenes deciden utilizarlas para charlar, se les ordena que se vayan bajo amenaza de informar a sus padres o de ser denunciados a la policía, que disolverá la reunión por la fuerza.

En el ámbito laboral, las fábricas no contratan a jóvenes de los asentamientos para puestos fijos, sino para trabajos temporales a través de intermediarios. El personal de estas empresas argumenta que los jóvenes son irresponsables, drogadictos y ladrones, y que representarían un peligro para la continuidad de tareas importantes.

La falta de empleo, la discriminación en la escuela y la obligación de reunirse en las calles y veredas actúan como disolventes de cualquier grupo de jóvenes. A pesar de todos estos obstáculos, si logran superarlos y construir un grupo de amigos, su punto de encuentro en el asentamiento es considerado un foco potencial de delincuencia y consumo de drogas.

En resumen, la discriminación y estigmatización que enfrentan los jóvenes y adolescentes en el asentamiento Malvinas Argentinas es un problema complejo que refleja la desigualdad social y la falta de oportunidades. Es fundamental desafiar los estereotipos negativos y trabajar hacia una sociedad más inclusiva y justa, donde todos tengan las mismas oportunidades de desarrollo y crecimiento personal, independientemente de su origen o lugar de residencia.
 
PG Barreto


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