La moral kantiana, basada en las ideas del filósofo Immanuel Kant, se centra en el concepto de deber y la razón como guías para determinar lo que es moralmente correcto. Según Kant, el bien y el mal se derivan de la aplicación del imperativo categórico, un principio ético fundamental que establece que debemos actuar de acuerdo con aquellas reglas que podríamos desear que se convirtieran en leyes universales.
Para la moral kantiana, el bien se refiere a las acciones que se realizan por deber, es decir, aquellas que se llevan a cabo por respeto a la ley moral y el deber moral en sí mismo, sin considerar las consecuencias o resultados de la acción. Una acción es considerada buena si cumple con el imperativo categórico y se lleva a cabo por deber, independientemente de cualquier inclinación personal o deseo.
Por otro lado, el mal en la moral kantiana se refiere a las acciones que se realizan por motivos egoístas, irracionales o contrarios al deber moral. Las acciones malas son aquellas que violan el imperativo categórico o que se realizan por consideraciones puramente hedonistas o utilitarias, sin tomar en cuenta la obligación moral.
En resumen, para la moral kantiana, el bien se define como las acciones realizadas por deber moral, mientras que el mal se refiere a las acciones que violan el deber moral o se realizan por motivos egoístas o irracionales. La razón y el deber son los pilares fundamentales para determinar lo que es moralmente correcto según esta perspectiva ética.