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"Blog personal de Pablo Barreto, diseñador gráfico e ilustrador y Sociólogo, que sirve como portafolio de su trabajo creativo y espacio para sus reflexiones sobre cultura, diseño y vida. Un archivo digital con más de 15 años de contenido auténtico y diverso.".

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viernes, 6 de septiembre de 2024

Boicot

 Boicot

El último gran acto individual del hombre fue hacer fuego. Fue tan revolucionario que decidió crear a los dioses para hacernos olvidar a aquellos hombres que lo dominaron en primera instancia. El hombre comparte con el animal la lucha por la subsistencia y la reproducción. La diferencia es que, en lugar de usar su cuerpo - garras, uñas, dientes -, el hombre creó herramientas: arco, flecha, arado, para los alimentos; y para la reproducción, chocolates y flores.

Así vivimos nuestras vidas, con un profundo convencimiento de que somos los artífices de nuestro destino. Pero, en rigor de verdad, las herramientas culturales de subsistencia, que nos parecen hoy en día tan arraigadas, fueron reemplazadas por una red de solidaridades anónimas e imperceptibles. Es la solidaridad propia del industrialismo. Esa autoridad, esa fuerza externa - moral, social, normativa - es la conciencia colectiva, que no está constituida por la suma de las conciencias individuales, sino que es algo exterior a cada individuo y resume el conjunto de creencias y sentimientos comunes al promedio de una sociedad. Esta red abastece a ese animal llamado consumidor. Todas las mañanas, al poner el saquito de té en la taza con agua caliente, una inmensa red de relaciones finaliza con ese acto. Desde los labriegos de la provincia de Misiones que lo plantan y lo cosechan, para ser estacionado por el acopiador, hasta el camionero que lo lleva a la planta donde será fraccionado en saquitos, al repositor que lo coloca en la góndola, y al combustible del auto que lo trae del supermercado, todo para el dios consumidor.

¿Les suena conocido? El gobierno de Macri hizo un spot publicitario de una empanada. Pero esta red de solidaridad es anónima, pues cada parte de la cadena cree que trabaja para su propio beneficio, el de ganar dinero. Y puede destruirse al final de la línea, si San Consumidor decide comprar té importado. Destruirá toda la base de la red, porque el consumidor es quien manda, ese ente individual, el amo y señor, al que los grandes monopolios buscan enredar en contratos irrompibles.

¿Cuántas papas fritas, chisitos, maníes y caramelos compró San Consumidor durante el conflicto de PepsiCo? ¿Y cuántas veces se habrá dicho a sí mismo: "Yo no puedo hacer nada", mientras hurgaba en la bolsa de papas fritas? Los trabajadores de Chile, Turquía e India agradecen que San Consumidor argentino mantenga viva la red de solidaridad anónima que ahora les beneficia a ellos. También le agradecen a San Consumidor que, con sus impuestos, se tomen deudas en dólares para fugar a paraísos fiscales.

Acá, en el Chaco, hay una casa que vende todo tipo de snacks. Es nacional. Por esas cosas de pueblo chico que tiene la ciudad de Resistencia, es común ver por la calle al dueño, quien ha reducido la jornada de sus empleados a 4 horas porque ya no sabe cómo mantener abierto el negocio. Desde que pasó la represión, trataré por todos los medios de comprar las papas fritas allí. Ese será mi acto de solidaridad: el boicot.

Lo políticamente correcto

 Lo políticamente correcto

He oído durante todo este año un contra-discurso bastante fuerte. En la sociedad hay valores y normas a seguir, y si no las seguimos, dentro de la sociedad hay métodos de coerción para ponernos en el camino correcto. Existen instituciones que funcionan como policías de la moral, instituciones laicas creadas por nuestra constitución.

Quiero contar una anécdota que resume un poco esto. Tengo un tío comisario, y entre sus deberes está el de vigilar la vida familiar de sus subalternos. Uno de ellos había abandonado a su legítima esposa por otra mujer, lo que generó una extraña charla. Mi tío, el comisario, tuvo que reprenderlo y lo instó a volver con su esposa. Pero, como Resistencia era y es un pueblo chico, el subalterno estalló y le contestó: "Usted no me venga con eso, porque no deja a la colorada y vuelve con su esposa". Pueblo chico, infierno grande. Mi tío fue puesto al descubierto. Años después, al retirarse, se divorció y se casó con la colorada.

¿Por qué una institución interviene en la vida personal de alguien? Importa poco que ambos compartieran el "pecado"; las fuerzas coercitivas de la burocracia los llevaron a tener una ridícula situación. Hay otras instituciones que funcionan con el mismo mecanismo, tienen una función determinada, pero actúan como agentes de la moral, como la medicina o los hospitales, que reprenden a los adolescentes por no cuidarse en sus relaciones sexuales, o con el típico "porque comiste esto no sabes que te hace mal". Ni hablar de la escuela.

Esas instituciones son un repositorio cultural de pequeñas normas morales y reproducen hacia adelante su mensaje de "esto no se hace", "esto no se dice" y "esto no se toca". Allí nace lo políticamente correcto. La reproducción cultural hace que se vuelvan dogmas a seguir como sociedad, y cada uno de los individuos debe seguirlos; de lo contrario, será estigmatizado para toda su vida.

Hoy muchos medios de comunicación están en franca lucha por la hegemonía cultural, en su afán de defender, frente a las críticas - legítimas o no -, los dichos de un gobierno políticamente incorrecto. A lo largo de su vasta vida pública, el presidente Macri ha dado muestras de ser un político políticamente incorrecto. Su desapego a la verdad, su xenofobia, su forma discriminatoria de ser y su insensibilidad social son vistas hoy como transgresiones, fruto de alguien más preocupado por hacer que por hablar, de alguien ocupado en poner todo para salir adelante.

Mientras fue otra cosa, no pasó a mayores. Pero ahora es presidente, y sus formas pasan a ser el repositorio cultural del PRO, su partido político. Los dichos de sus ministros lo revelan: frases que en otros tiempos habrían sido escandalosas, como "el que no tenga para pagar, que no cargue nafta", "si tienes frío, abrígate dentro de tu casa", "la gente dice que Milagro Sala debe estar presa", "si hay incendios, hay que rezar", "si tu empresa anda mal, dedícate a otra cosa", "¿de qué te quejas de la factura de luz, si solo sale una cena?", o "las minitas se embarazan para cobrar la asignación". Y la lista sigue.

Todos estos dichos son políticamente incorrectos. Solo por esta luna de miel suenan aquí y allá como transgresiones. La pregunta que me hago es: ¿puede una sociedad políticamente correcta tener un gobierno políticamente incorrecto? La respuesta está abierta todavía. El daño más grande es aceptar la incorrección y verla como ejemplo. Aunque estas existan y todos las tengamos, la reproducción cultural a la larga es patrimonio de todos, y se puede volver un principio a seguir. Las denostaciones del otro, sin entender el porqué de sus circunstancias, nunca reparan el problema.

jueves, 5 de septiembre de 2024

La dura realidad de las estadísticas (que nadie recuerda)

 

La dura realidad de las estadísticas (que nadie recuerda)

Ah, las estadísticas... esos números fríos y objetivos que supuestamente nos dicen la verdad sobre el mundo. ¡Ja! Claro, como si alguien en una conversación casual dijera:

“¿Sabías que el 95% de los aviones aterrizan sin problemas? Me siento súper seguro volando.”

No, lo que realmente escuchas es:
“¿Te conté de esa vez que mi primo, que es amigo del vecino de un piloto, casi se estrella? ¡Yo ya no me subo ni a un dron!” 🙃

Las estadísticas dicen una cosa, pero la gente… la gente recuerda lo que “le contaron”. Porque claro, ¿para qué confiar en años de investigación y miles de datos cuando tu tía Marta tiene una historia que te hará dudar de TODO? 🤔

Y es que la realidad se deduce de la estadística, pero la memoria se queda con lo que suena más épico. Si un estudio dice que solo el 0.001% de las veces un tiburón ataca a alguien en la playa, ¿qué recordamos? Exacto: “¿Te acuerdas de Tiburón, la película? ¡Eso me va a pasar a mí!”

Porque ¿quién necesita ciencia cuando tenemos la maravillosa habilidad de acordarnos de la peor anécdota? 😂

Así que, la próxima vez que alguien te hable de probabilidades y números... tú simplemente dile:
“Eso está muy bien, pero yo conozco a un amigo de un amigo que...”.

Y ahí, ¡boom! Acabas de ganar el debate con la mejor arma: la anécdota sin fuentes confiables. 😎

#EstadísticasVsChismes #YoConozcoALguienQue #CienciaEsSospechosa #TodoPorUnBuenChisme