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"Blog personal de Pablo Barreto, diseñador gráfico e ilustrador y Sociólogo, que sirve como portafolio de su trabajo creativo y espacio para sus reflexiones sobre cultura, diseño y vida. Un archivo digital con más de 15 años de contenido auténtico y diverso.".

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martes, 15 de octubre de 2024

Las dos crisis

 Las dos crisis



Es cierto que vivimos en una sociedad en crisis, lo vemos a diario. Cuando llegan noticias sobre el costo de los alimentos, el aumento del desempleo, etc., surge la pregunta: ¿hasta qué punto esta situación de emergencia afecta nuestras relaciones individuales? Siempre tendemos a generalizar cuando hacemos una crítica. Cuando estamos enojados, acudimos a un racismo peculiar, diciendo: "estos negros". Este tipo de generalización no sería posible sin la plena conciencia de que la sociedad y yo somos dos entes totalmente diferentes (ellos son ellos y no yo, la sociedad de negros no es mi sociedad. Yo soy yo).

Cualquiera que tenga un amigo docente lo habrá escuchado. Al hablar del sistema educativo, te dará su opinión sobre cómo este activo invaluable de la sociedad, la educación gratuita, ha sido bastardeado por los políticos y los malos docentes. Dicho de otra manera: "se robaron todo". Este término tan popular no hace más que expandirse a todos los ámbitos. Este sentido común de la sociedad cala en esta división entre el individuo y lo colectivo. Aparece el "ellos", y no el "yo". Ellos son los ladrones, y yo los tengo que soportar estoicamente, como Prometeo encadenado a la roca, sufriendo el desgarro de su carne por parte del ave.

Hoy más que en otros tiempos se ve marcada la frontera entre el individuo y la sociedad.

"Todos aquellos grandes sistemas y organizaciones supraindividuales en los que se suele pensar en relación con el concepto de sociedad, no son otra cosa que las consolidaciones (en marcos duraderos y configuraciones independientes) de interacciones inmediatas que se producen hora tras hora y a lo largo de la vida entre los individuos." (Simmel, 2002a: 33).

Los hechos sociales generados por el PRO desde la jefatura del Estado, el aumento de la energía eléctrica, el aumento del agua, el aumento de los combustibles (YPF es propiedad del Estado Nacional), la baja de retenciones al campo y a la minería. Todos son hechos de facto, realizados y palpables. Fueron acompañados por la subida de precios de los alimentos, lo cual no fue responsabilidad directa del presidente Macri, sino de un conjunto de empresas. Y son asumidos por los individuos. La reacción denota la crisis de la que comienzo a hablar. Antes de todo este berenjenal de acciones negativas, la "culpa" era de Cristina. Si ibas al supermercado y veías el pan a X$, la culpa era de "la yegua", era culpable de esos negros planeros a los que tú mantenías, porque tú trabajabas. Era culpable de la notebook en la escuela para esos negros, de los celulares de esos negros, de que no encontraras un lugar "decente" para comer los sábados a la noche porque esos negros ocupaban las plazas y parques. Llegaron en el micro de las relaciones sociales, desde un viaje en taxi hasta una charla después del fútbol. Todo era culpa de "la yegua". Este micro convencimiento llevó al cambio social, es cierto, acotado a un 51%.

"La sociedad en su vida, que se va realizando continuamente, siempre significa que los individuos están vinculados por influencias y determinaciones recíprocas que se dan entre ellos" (Simmel, 2002a: 33).

En el microhilo de las relaciones sociales se generó el cambio macro. Y es allí donde, dolorosamente, se ve que sigue intacto. Porque un presidente como "Mugricio" solo puede durar mientras exista este divorcio de pensamiento entre lo social y lo individual. Allí es donde reinan las redes sociales. Y es allí donde el PRO da su guerra todos los días, tal vez porque sabe que todo otro medio de comunicación es susceptible de manipulación. Eso es lo que CFK no dice con su eslogan "¿Cómo estabas antes del 10 de diciembre de 2015?" Esta pregunta personal tiene una respuesta individual y única para cada uno. Que a la larga o a la corta todos nos contestaremos.

"Las venganzas de Beto Sánchez" es el verdadero Relatos Salvajes del cine nacional.

El edificio teórico de la DERECHA

 



En su libro Soy Roca, Félix Luna pone en boca de Julio Argentino Roca (JAR) una curiosa historia. Entre tantas oportunidades que podría recordar, hago memoria de una jornada en la travesía puntana. No teníamos baqueano, el agua se había acabado y no se veía otra cosa que monte achaparrado extendido por leguas alrededor. De pronto apareció una senda, ordené seguir a la izquierda. Lo que sufrí en las horas siguientes, solo Dios lo sabe, y solo Dios sabe también la indiferencia que simulé cuando, ya al borde de la desesperación, apareció un puesto con corral de cabras y, maravilla de maravillas, un pozo con balde que fue la vida para hombres y bestias.

En el libro, Félix Luna aclara en sus notas que dicho episodio no está registrado históricamente, en otras palabras, no existió. No es el único de estos hechos, y siempre se relaciona con la idea de mando. Volviendo al episodio narrado, el mismo está inspirado en El Chacho y Memorias Militares, novelas de Eduardo Gutiérrez.

Hace ya mucho tiempo, un profesor me dijo que la vida histórica argentina está plagada de ironías, y él lo achacaba al hecho de que siempre hay una historia que dirige la historia oficial. Que se retrate a JAR como un hábil y sagaz líder, todo esto basado en El Chacho Peñaloza, uno de los personajes borrados de la historia oficial, da que pensar. Que dicha libertad poética se la tome el director de la revista Todo es Historia es algo que también llama la atención.

Emmanuel Kant dijo: “Razona sobre lo que quieras, pero obedece.”
René Descartes mencionó a los viajeros que, cuando se encuentran perdidos en una selva, saben que no deben ir de un lado a otro, ni detenerse en un lugar, sino entender que deben seguir lo más derecho que puedan en una sola dirección. Aun cuando es probable que solo fuera el azar lo que determinó la dirección que tomaron, así no llegarán exactamente a donde desean, pero llegarán al menos a algún lugar al final, donde es probable que estén mejor que en el medio de la selva.

Roca aquí es un símbolo muy fuerte para la derecha argentina. La solitaria lucha de Osvaldo Bayer para sacar la estatua de este último de su lugar no ha dado resultado. Y a casi 100 años de su muerte, Félix Luna prefiere tomarse licencias antes que contar la verdad.

Tanto Kant como Descartes, y Félix Luna también, dibujan aquí la figura del líder fascista. No es curioso cómo la oposición grita "fascista" al gobierno de CFK. Hoy en día, tanto desde los medios de comunicación como desde las manifestaciones políticas de todo el espectro de la oposición, el grito de guerra es que estamos en la jungla. Porque su "programa de gobierno" es la crítica, muchas veces construida desde falsedades fáciles de demostrar. Todo cuanto pasa es caos. Si hay una huelga, es culpa de CFK; si la justicia libera detenidos, es culpa de CFK. Este es su denominador común. Falta una sola cosa, que es creer que estamos en la jungla, y que la responsable es CFK. Y de esta jungla solo podemos salir con un líder carismático, de quien se cuentan historias inventadas sobre sus dones de liderazgo. Claro, nunca un programa de gobierno, nunca una decisión. Porque este líder está solo para que lo sigamos. Usará el voto para legitimarse, anulando toda manifestación de desacuerdo. Una huelga será traición a la patria. Ir contra él será ir contra la gente. ¿Acaso así llegaremos a algún lugar donde estaremos mejor que en la jungla? Las bases están puestas, y solo falta el estallido de violencia que dé amalgama al nacimiento de este futuro líder. Solo una sociedad civil fuerte puede bloquear este escenario.


Un lápiz rojo

 



Tenía un lápiz rojo; siempre me ha gustado su color. Cuando uno no conoce el valor de las cosas, un día las rompe. ¿Alguna vez han tenido un lápiz y, a propósito, lo han roto? En algunas ocasiones es posible volver a juntar los dos fragmentos. A la distancia parece como si nada hubiera pasado, pero la grieta está allí. El grafito está partido; lo que "era" ya no "es". Yo lo sé, y ahora tú lo sabes.

¿Se pueden hacer nuevos trazos? Sí, indudablemente que sí. ¿Importa que esté roto? No, tampoco. Solo es un lápiz rojo, pero está roto. Confieso que ya no quiero volver a pegarlo. No debí romperlo, no debí querer ver qué pasaba, pero mi curiosidad me llevó al punto sin retorno. Ahora está roto.

Hasta ayer me molestaba el hecho de querer tenerlo pegado. Verlo y tenerlo me hacía recordar el momento de su rotura; soportar el sentimiento de culpa por haberlo roto, el reproche de mi padre resonando en mi corazón: "Nunca sabes si lo puedes necesitar". Hoy lo recordé, y fui a buscarlo. Allí estaba. Traté de garabatear una letra, algún dibujo... Todavía tiene ese lustre. Pero será la última vez que lo use. Lo dejaré donde estaba, hasta que alguien lo encuentre. Ya no me molesta su grieta ni el momento que la originó. Está allí, yo lo sé, tú lo sabes. Pero ya no importa, ni tengo deseos de recomponerlo. Fue indigno lo que hice, partirlo en dos, pero ¿qué es la dignidad? Es un blasón que se lleva a la tumba. Como un día le dije a alguien: "Nunca busques mi lápida, no cortes nunca una flor para llevar allí. Si me quieres, olvida mis despojos".

Sí, ya sé, ya sé... Tanto lío por un lápiz rojo.

Pablo Barreto