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"Blog personal de Pablo Barreto, diseñador gráfico e ilustrador y Sociólogo, que sirve como portafolio de su trabajo creativo y espacio para sus reflexiones sobre cultura, diseño y vida. Un archivo digital con más de 15 años de contenido auténtico y diverso.".

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viernes, 4 de abril de 2025

Los pilotos peruanos que pidieron permiso para enfrentar a los ingleses en Malvinas: secreto y aviones camuflados

 

Operación Traslado: La Misión Secreta de Perú en Malvinas

¿Sabías que Perú envió aviones de combate a Argentina durante la Guerra de Malvinas? Te contamos la historia secreta de la Operación 'Traslado', un audaz puente aéreo de diez Mirage 5P que simbolizó la hermandad latinoamericana en el conflicto. Descubre los detalles de esta misión encubierta y los hombres que la hicieron posible. TLDR: Perú envió en secreto 10 aviones Mirage 5P a Argentina durante la Guerra de Malvinas para suplir sus pérdidas aéreas. La operación fue un acto de solidaridad entre naciones hermanas, ejecutada por pilotos peruanos que evadieron radares para reforzar la defensa argentina.

El Contexto: La Urgencia Argentina en Malvinas

A mediados de 1982, la Fuerza Aérea Argentina sufría pérdidas críticas de aviones de combate frente a la superioridad aérea británica. La situación era desesperante. En un acto de solidaridad sin precedentes, el gobierno peruano, bajo estricto secreto, decidió donar y entregar diez de sus cazas Mirage 5P para ayudar a su nación hermana.

La Misión Secreta: Planificación y Ejecución

Al mando del experimentado piloto Rubén Mimbela Velarde, la operación fue meticulosa. Los aviones fueron repintados con los colores argentinos y se planificó una ruta que, volando en silencio radial sobre Bolivia, evitara por completo los potentes radares chilenos. El vuelo se realizó bajo la constante amenaza de ser interceptados por cazas británicos Sea Harrier.

Un Recibimiento con Emoción y Camaradería

Al aterrizar en Jujuy, los pilotos peruanos fueron recibidos como héroes por aviadores argentinos exhaustos por el combate. La emoción fue mayor al llegar a la base de Tandil, donde los pilotos peruanos, conmovidos, incluso solicitaron quedarse a combatir junto a sus pares, una petición que fue denegada por órdenes superiores.

El Legado de la Operación Traslado

Aunque los Mirage peruanos no llegaron a entrar en combate antes del cese de hostilidades, su valor fue simbólico y estratégico. La operación se convirtió en un poderoso testimonio de la hermandad y coraje latinoamericano, recordado como uno de los gestos de solidaridad más significativos del conflicto.

Preguntas Frecuentes (FAQ)

¿Por qué Perú envió aviones a Argentina?

Perú envió los aviones Mirage 5P como un acto de solidaridad y apoyo fraternal para ayudar a Argentina a suplir las graves pérdidas de su fuerza aérea durante la Guerra de Malvinas.

¿Llegaron a combatir los Mirage peruanos?

No. Los aviones llegaron en las etapas finales del conflicto y no alcanzaron a ser desplegados en combate antes de la rendición argentina.

¿Cómo lograron evitar ser detectados?

Volaron una ruta encubierta sobre Bolivia, manteniendo silencio de radio y con los aviones repintados con insignias argentinas para evitar sospechas de los sistemas de radar chilenos y británicos.

¿Quién fue el líder de la operación?

El entonces capitón de la Fuerza Aérea Peruana, Rubén Mimbela Velarde, fue el piloto al mando de la misión de traslado. 
¿Crees que este tipo de operaciones de solidaridad entre naciones hermanas cambiarían el resultado de un conflicto hoy?
 ¡Debate y comparte tu opinión!

 #OperaciónTraslado #GuerraDeMalvinas #Perú #Argentina #Mirage #AviaciónMilitar #SolidaridadLatinoamericana #HistoriaSecreta #RubénMimbela

viernes, 28 de marzo de 2025

Un viaje por los ríos del tiempo: el despertar de un alma curiosa

Prologo 

 




Hola. Así como José Pablo Feima encontró su camino hacia la filosofía y la historia, fue Máximo Valerio Mafredi quien me condujo a ese universo infinito con su libro Akropolos, la historia mágica de Atenas . Fue en sus páginas donde algo en mí comenzó a vibrar, una chispa que encendió una llama insaciable.


Esa lectura, más que un simple encuentro con las palabras, se convirtió en un portal hacia mundos que hasta entonces solo imaginaba. Me vi transportado a épocas remotas, donde cada letra parecía invitar a mis pies a correr junto a Filípides en su agotadora carrera hacia Esparta. Sentí en mi piel el cansancio de sus músculos, el peso de su misión y la urgencia de su aliento mientras atravesaba valles y montañas bajo el sol abrasador.


Pero no solo era el cansancio lo que percibía. También sentía el frío implacable del mármol del Partenón bajo mis manos, esa piedra milenaria que había sido testigo de tantas historias, de tantos secretos guardados en silencio. Era como si pudiera escuchar las voces de los antiguos atenienses resonando en sus columnas, discutiendo sobre la justicia, la belleza y el destino humano.


Y luego estaba el Kerameikós, el barrio de los alfareros, con sus calles estrechas y sus aromas terrosos. Allí, en ese lugar lleno de vida cotidiana, empecé a entender que la historia no es solo un relato de héroes y batallas, sino también de personas comunes, de sus sueños, sus luchas y sus esperanzas. El Kerameikós fue para mí el punto de partida de un viaje mucho más grande, un recorrido por los ríos de la historia, la filosofía y la sociología.


Gracias a ese libro, aprendí que el conocimiento no es algo estático, sino un fluir constante, como un río que nos lleva hacia nuevos horizontes. Comencé a explorar las ideas de Sócrates, Platón y Aristóteles, tratando de comprender cómo pensaban, cómo cuestionaban el mundo que los rodeaba. Me sumergí en los debates sobre la ética, la política y el sentido de la existencia, preguntándome cómo esas reflexiones seguían resonando en nuestro tiempo.


Este viaje intelectual también me llevó a la sociología, a observar cómo las sociedades evolucionan, cómo los seres humanos se organizan y crean significados colectivos. Descubrí que la historia no es solo un conjunto de fechas y eventos, sino una red compleja de relaciones humanas, de decisiones individuales y colectivas que moldean el presente y el futuro.


Así, gracias a Máximo Valerio Mafredi y su Akropolos , inicié esta travesía que me ha permitido sentirme parte de algo mucho más grande que yo mismo. Hoy, al mirar hacia atrás, agradezco a esos amigos y colegas que han compartido este camino conmigo, alimentando mi curiosidad y desafiando mis ideas. Juntos hemos navegado por los ríos del conocimiento, y sé que aún quedan muchas orillas por descubrir.


Porque, como decía José Pablo Feima, acercarse a la filosofía y la historia no es solo aprender del pasado, sino también aprender a vivir en el presente y soñar con el futuro. Y en ese sueño, siempre habrá un lugar para el cansancio de Filípides, el frío del mármol del Partenón y el bullicio del Kerameikós.


Gracias, amigos. Gracias, colegas. Este viaje apenas comienza.