martes, 15 de octubre de 2024

Las dos crisis

 Las dos crisis



Es cierto que vivimos en una sociedad en crisis, lo vemos a diario. Cuando llegan noticias sobre el costo de los alimentos, el aumento del desempleo, etc., surge la pregunta: ¿hasta qué punto esta situación de emergencia afecta nuestras relaciones individuales? Siempre tendemos a generalizar cuando hacemos una crítica. Cuando estamos enojados, acudimos a un racismo peculiar, diciendo: "estos negros". Este tipo de generalización no sería posible sin la plena conciencia de que la sociedad y yo somos dos entes totalmente diferentes (ellos son ellos y no yo, la sociedad de negros no es mi sociedad. Yo soy yo).

Cualquiera que tenga un amigo docente lo habrá escuchado. Al hablar del sistema educativo, te dará su opinión sobre cómo este activo invaluable de la sociedad, la educación gratuita, ha sido bastardeado por los políticos y los malos docentes. Dicho de otra manera: "se robaron todo". Este término tan popular no hace más que expandirse a todos los ámbitos. Este sentido común de la sociedad cala en esta división entre el individuo y lo colectivo. Aparece el "ellos", y no el "yo". Ellos son los ladrones, y yo los tengo que soportar estoicamente, como Prometeo encadenado a la roca, sufriendo el desgarro de su carne por parte del ave.

Hoy más que en otros tiempos se ve marcada la frontera entre el individuo y la sociedad.

"Todos aquellos grandes sistemas y organizaciones supraindividuales en los que se suele pensar en relación con el concepto de sociedad, no son otra cosa que las consolidaciones (en marcos duraderos y configuraciones independientes) de interacciones inmediatas que se producen hora tras hora y a lo largo de la vida entre los individuos." (Simmel, 2002a: 33).

Los hechos sociales generados por el PRO desde la jefatura del Estado, el aumento de la energía eléctrica, el aumento del agua, el aumento de los combustibles (YPF es propiedad del Estado Nacional), la baja de retenciones al campo y a la minería. Todos son hechos de facto, realizados y palpables. Fueron acompañados por la subida de precios de los alimentos, lo cual no fue responsabilidad directa del presidente Macri, sino de un conjunto de empresas. Y son asumidos por los individuos. La reacción denota la crisis de la que comienzo a hablar. Antes de todo este berenjenal de acciones negativas, la "culpa" era de Cristina. Si ibas al supermercado y veías el pan a X$, la culpa era de "la yegua", era culpable de esos negros planeros a los que tú mantenías, porque tú trabajabas. Era culpable de la notebook en la escuela para esos negros, de los celulares de esos negros, de que no encontraras un lugar "decente" para comer los sábados a la noche porque esos negros ocupaban las plazas y parques. Llegaron en el micro de las relaciones sociales, desde un viaje en taxi hasta una charla después del fútbol. Todo era culpa de "la yegua". Este micro convencimiento llevó al cambio social, es cierto, acotado a un 51%.

"La sociedad en su vida, que se va realizando continuamente, siempre significa que los individuos están vinculados por influencias y determinaciones recíprocas que se dan entre ellos" (Simmel, 2002a: 33).

En el microhilo de las relaciones sociales se generó el cambio macro. Y es allí donde, dolorosamente, se ve que sigue intacto. Porque un presidente como "Mugricio" solo puede durar mientras exista este divorcio de pensamiento entre lo social y lo individual. Allí es donde reinan las redes sociales. Y es allí donde el PRO da su guerra todos los días, tal vez porque sabe que todo otro medio de comunicación es susceptible de manipulación. Eso es lo que CFK no dice con su eslogan "¿Cómo estabas antes del 10 de diciembre de 2015?" Esta pregunta personal tiene una respuesta individual y única para cada uno. Que a la larga o a la corta todos nos contestaremos.

"Las venganzas de Beto Sánchez" es el verdadero Relatos Salvajes del cine nacional.

El edificio teórico de la DERECHA

 



En su libro Soy Roca, Félix Luna pone en boca de Julio Argentino Roca (JAR) una curiosa historia. Entre tantas oportunidades que podría recordar, hago memoria de una jornada en la travesía puntana. No teníamos baqueano, el agua se había acabado y no se veía otra cosa que monte achaparrado extendido por leguas alrededor. De pronto apareció una senda, ordené seguir a la izquierda. Lo que sufrí en las horas siguientes, solo Dios lo sabe, y solo Dios sabe también la indiferencia que simulé cuando, ya al borde de la desesperación, apareció un puesto con corral de cabras y, maravilla de maravillas, un pozo con balde que fue la vida para hombres y bestias.

En el libro, Félix Luna aclara en sus notas que dicho episodio no está registrado históricamente, en otras palabras, no existió. No es el único de estos hechos, y siempre se relaciona con la idea de mando. Volviendo al episodio narrado, el mismo está inspirado en El Chacho y Memorias Militares, novelas de Eduardo Gutiérrez.

Hace ya mucho tiempo, un profesor me dijo que la vida histórica argentina está plagada de ironías, y él lo achacaba al hecho de que siempre hay una historia que dirige la historia oficial. Que se retrate a JAR como un hábil y sagaz líder, todo esto basado en El Chacho Peñaloza, uno de los personajes borrados de la historia oficial, da que pensar. Que dicha libertad poética se la tome el director de la revista Todo es Historia es algo que también llama la atención.

Emmanuel Kant dijo: “Razona sobre lo que quieras, pero obedece.”
René Descartes mencionó a los viajeros que, cuando se encuentran perdidos en una selva, saben que no deben ir de un lado a otro, ni detenerse en un lugar, sino entender que deben seguir lo más derecho que puedan en una sola dirección. Aun cuando es probable que solo fuera el azar lo que determinó la dirección que tomaron, así no llegarán exactamente a donde desean, pero llegarán al menos a algún lugar al final, donde es probable que estén mejor que en el medio de la selva.

Roca aquí es un símbolo muy fuerte para la derecha argentina. La solitaria lucha de Osvaldo Bayer para sacar la estatua de este último de su lugar no ha dado resultado. Y a casi 100 años de su muerte, Félix Luna prefiere tomarse licencias antes que contar la verdad.

Tanto Kant como Descartes, y Félix Luna también, dibujan aquí la figura del líder fascista. No es curioso cómo la oposición grita "fascista" al gobierno de CFK. Hoy en día, tanto desde los medios de comunicación como desde las manifestaciones políticas de todo el espectro de la oposición, el grito de guerra es que estamos en la jungla. Porque su "programa de gobierno" es la crítica, muchas veces construida desde falsedades fáciles de demostrar. Todo cuanto pasa es caos. Si hay una huelga, es culpa de CFK; si la justicia libera detenidos, es culpa de CFK. Este es su denominador común. Falta una sola cosa, que es creer que estamos en la jungla, y que la responsable es CFK. Y de esta jungla solo podemos salir con un líder carismático, de quien se cuentan historias inventadas sobre sus dones de liderazgo. Claro, nunca un programa de gobierno, nunca una decisión. Porque este líder está solo para que lo sigamos. Usará el voto para legitimarse, anulando toda manifestación de desacuerdo. Una huelga será traición a la patria. Ir contra él será ir contra la gente. ¿Acaso así llegaremos a algún lugar donde estaremos mejor que en la jungla? Las bases están puestas, y solo falta el estallido de violencia que dé amalgama al nacimiento de este futuro líder. Solo una sociedad civil fuerte puede bloquear este escenario.


Un lápiz rojo

 



Tenía un lápiz rojo; siempre me ha gustado su color. Cuando uno no conoce el valor de las cosas, un día las rompe. ¿Alguna vez han tenido un lápiz y, a propósito, lo han roto? En algunas ocasiones es posible volver a juntar los dos fragmentos. A la distancia parece como si nada hubiera pasado, pero la grieta está allí. El grafito está partido; lo que "era" ya no "es". Yo lo sé, y ahora tú lo sabes.

¿Se pueden hacer nuevos trazos? Sí, indudablemente que sí. ¿Importa que esté roto? No, tampoco. Solo es un lápiz rojo, pero está roto. Confieso que ya no quiero volver a pegarlo. No debí romperlo, no debí querer ver qué pasaba, pero mi curiosidad me llevó al punto sin retorno. Ahora está roto.

Hasta ayer me molestaba el hecho de querer tenerlo pegado. Verlo y tenerlo me hacía recordar el momento de su rotura; soportar el sentimiento de culpa por haberlo roto, el reproche de mi padre resonando en mi corazón: "Nunca sabes si lo puedes necesitar". Hoy lo recordé, y fui a buscarlo. Allí estaba. Traté de garabatear una letra, algún dibujo... Todavía tiene ese lustre. Pero será la última vez que lo use. Lo dejaré donde estaba, hasta que alguien lo encuentre. Ya no me molesta su grieta ni el momento que la originó. Está allí, yo lo sé, tú lo sabes. Pero ya no importa, ni tengo deseos de recomponerlo. Fue indigno lo que hice, partirlo en dos, pero ¿qué es la dignidad? Es un blasón que se lleva a la tumba. Como un día le dije a alguien: "Nunca busques mi lápida, no cortes nunca una flor para llevar allí. Si me quieres, olvida mis despojos".

Sí, ya sé, ya sé... Tanto lío por un lápiz rojo.

Pablo Barreto

viernes, 11 de octubre de 2024

El papel del arte como medio de conocimiento.



El arte ha sido una forma fundamental de expresión humana a lo largo de la historia, desde las primeras pinturas rupestres hasta las complejas instalaciones contemporáneas. Más allá de su valor estético, el arte tiene el poder de ofrecer una comprensión profunda de la condición humana, de transmitir emociones, experiencias y perspectivas que a menudo no pueden ser capturadas por la ciencia o la filosofía tradicional. Este artículo analiza el papel del arte como un medio de conocimiento, destacando cómo nos permite explorar realidades subjetivas y acceder a verdades emocionales y existenciales que de otro modo serían inalcanzables.

El arte como un lenguaje único

A diferencia de la ciencia, que se basa en el lenguaje formal, y la filosofía, que emplea el razonamiento lógico, el arte utiliza un lenguaje propio que conecta con las emociones, los sentidos y el subconsciente. A través de símbolos, imágenes, colores, sonidos y formas, el arte puede comunicar ideas y sentimientos que no pueden ser expresados adecuadamente con palabras. Un cuadro de Van Gogh, una sinfonía de Beethoven o un poema de Emily Dickinson puede generar una experiencia interior, una comprensión profunda de la vida que va más allá de lo que una descripción científica o un argumento filosófico podría proporcionar.

Los filósofos como Immanuel Kant y Friedrich Schiller reconocieron el valor del arte como una forma de conocimiento intuitivo. Kant argumentaba que la estética y la experiencia artística nos permiten comprender la naturaleza del placer y la belleza, mientras que Schiller veía en el arte una forma de reconciliar la razón y la emoción, lo que él llamaba "la educación estética del hombre". El arte, por lo tanto, no solo transmite información, sino que también educa al ser humano de una manera integral.

El conocimiento emocional y subjetivo

Una de las características únicas del arte es su capacidad para transmitir conocimiento emocional. Mientras que la ciencia nos ofrece explicaciones objetivas y cuantificables del mundo, el arte nos sumerge en la experiencia subjetiva. A través de la literatura, el cine, la música o la pintura, podemos explorar los matices de la experiencia humana: el amor, la pérdida, el sufrimiento, la alegría, el miedo. El arte nos invita a empatizar con los demás, a ver el mundo a través de sus ojos, a compartir sus luchas y triunfos.

Por ejemplo, la novela "Crimen y castigo" de Fyodor Dostoyevski no solo describe un asesinato, sino que nos lleva a la mente y el corazón de Raskólnikov, su protagonista, y nos hace experimentar su tormento psicológico, su culpa y su deseo de redención. A través de esta obra, obtenemos un conocimiento emocional que ninguna teoría psicológica o científica puede ofrecer por sí sola.

Del mismo modo, la pintura puede capturar momentos de la vida que van más allá de la realidad física. El cubismo, por ejemplo, con artistas como Pablo Picasso, nos desafía a ver múltiples perspectivas de una realidad simultáneamente, rompiendo con la visión lineal del tiempo y el espacio que la ciencia propone. A través de la abstracción y la distorsión, el arte puede ofrecer una representación más completa de cómo percibimos y experimentamos el mundo interior.

El arte como reflejo de lo incomunicable

El arte también puede ser una herramienta poderosa para expresar lo que no se puede comunicar fácilmente en términos racionales o científicos. Muchas experiencias humanas, como la espiritualidad, la angustia existencial o la conexión con la naturaleza, no pueden ser comprendidas completamente a través de la ciencia o la lógica. En cambio, el arte ofrece un vehículo para explorar estas dimensiones de la vida.

En este sentido, el arte puede funcionar como un medio para expresar lo inexpresable, como señaló el filósofo alemán Martin Heidegger. En su ensayo "El origen de la obra de arte", Heidegger argumentaba que el arte revela verdades ocultas que permanecen inaccesibles para el pensamiento lógico o científico. Según él, una obra de arte no solo refleja la realidad, sino que también abre un espacio de verdad, una revelación que nos permite experimentar el ser de una manera más profunda.

Los pintores surrealistas, como Salvador Dalí y René Magritte, exploran precisamente este tipo de verdades en sus obras. Al romper con las convenciones visuales y desafiar las expectativas de la realidad, nos invitan a contemplar lo irracional, lo subconsciente y lo misterioso de la existencia humana.

La limitación de la ciencia y la filosofía tradicional

Tanto la ciencia como la filosofía tradicional se centran en el análisis racional y la comprensión lógica del mundo. La ciencia busca verdades objetivas y universales a través de la observación y la experimentación, mientras que la filosofía intenta encontrar respuestas a preguntas abstractas sobre la naturaleza del ser, el conocimiento y la moralidad.

Sin embargo, estas disciplinas, aunque poderosas, tienen limitaciones. No siempre pueden abarcar la totalidad de la experiencia humana, especialmente cuando se trata de aspectos subjetivos y emocionales. El arte, por el contrario, se enfoca precisamente en lo que no puede ser medido, cuantificado o explicado de manera lógica. Nos invita a explorar nuestras emociones, nuestros sueños, nuestros deseos y nuestros miedos.

El poeta Rainer Maria Rilke expresó esta idea de manera hermosa en sus "Cartas a un joven poeta", donde afirma que el arte surge de la necesidad de expresar lo que es esencial para la vida humana, pero que no puede ser expresado de ninguna otra manera. Según Rilke, el arte nos conecta con las verdades más profundas de nuestra existencia, aquellas que no pueden ser capturadas por el lenguaje racional.

El arte como medio de transformación

Finalmente, el arte no solo ofrece conocimiento, sino que también tiene el poder de transformar al observador. A través de la experiencia artística, podemos ser llevados a una mayor comprensión de nosotros mismos y del mundo. El arte puede desafiar nuestras creencias, abrir nuestra mente a nuevas ideas y perspectivas, y ofrecernos una forma de trascender las limitaciones de nuestra experiencia cotidiana.

El filósofo estadounidense John Dewey argumentó que la experiencia estética tiene un valor transformador, ya que nos permite participar activamente en el proceso creativo y reflexivo que el arte ofrece. Según Dewey, el arte no debe ser visto como algo separado de la vida, sino como una forma de vivir y experimentar el mundo de manera más rica y plena.

Conclusión

El arte ofrece una forma de conocimiento única y valiosa, distinta pero complementaria a la ciencia y la filosofía tradicional. A través de su lenguaje visual, sonoro y simbólico, el arte nos permite acceder a verdades emocionales y subjetivas que no pueden ser capturadas por el análisis racional. Al explorar las complejidades de la experiencia humana, el arte nos invita a reflexionar sobre nosotros mismos, nuestras emociones y nuestra relación con el mundo.

Al final, el arte nos ayuda a conocer no solo el mundo externo, sino también las profundidades de nuestra propia existencia. Como dijo Vincent van Gogh, “El arte es para consolar a aquellos que están rotos por la vida”. En ese consuelo, también hay conocimiento: un conocimiento que transforma, enriquece y expande nuestra visión de lo que significa ser humano.

La paradoja del libre albedrío frente al determinismo: ¿Realmente tomamos nuestras propias decisiones?



Desde tiempos antiguos, filósofos y científicos han debatido sobre una de las preguntas más fundamentales de la existencia humana: ¿tenemos realmente control sobre nuestras decisiones o están nuestras acciones predeterminadas por factores externos? Esta paradoja, conocida como el dilema del libre albedrío frente al determinismo, explora si somos verdaderos agentes libres capaces de elegir nuestras acciones, o si nuestras decisiones están regidas por fuerzas que escapan a nuestro control, como la biología, la física, la sociedad o la historia.

Esta cuestión tiene implicaciones profundas para nuestra comprensión de la moralidad, la responsabilidad y la naturaleza de la identidad humana. Si nuestras decisiones están predeterminadas por una cadena de causas y efectos, ¿podemos ser moralmente responsables de nuestras acciones? Y si somos realmente libres, ¿cómo reconciliar esa libertad con las leyes naturales que rigen el universo? Este artículo explorará las diferentes posturas filosóficas y psicológicas sobre este dilema.

El determinismo: ¿Está todo escrito?

El determinismo es la creencia de que todos los eventos, incluidas las decisiones humanas, están causados por factores previos, y que si conociéramos todas las variables implicadas, podríamos predecir cualquier acción o resultado. Esta idea tiene sus raíces en la física clásica, particularmente en las teorías de Isaac Newton, quien planteaba un universo gobernado por leyes inmutables. Según esta visión, si todo sigue una cadena lógica de causa y efecto, entonces nuestras decisiones son el resultado inevitable de esta red causal.

El filósofo francés Pierre-Simon Laplace fue uno de los primeros en postular el determinismo absoluto. En su famoso "demonio de Laplace", imaginaba a una inteligencia suprema que conocía todas las leyes del universo y las posiciones de todas las partículas. Si esta inteligencia existiera, podría predecir con exactitud el futuro, ya que todo sigue un patrón determinado. Este tipo de determinismo no deja espacio para el libre albedrío: todas nuestras decisiones, pensamientos y acciones estarían predestinadas por una secuencia infinita de causas.

El libre albedrío: ¿Somos realmente libres?

En el otro lado de la discusión, el libre albedrío sostiene que los seres humanos son capaces de tomar decisiones independientes y conscientes, no predeterminadas por factores externos. Esta idea es fundamental para nuestra comprensión de la moralidad y la responsabilidad. Si somos agentes libres, podemos ser responsables de nuestras acciones, ya que podemos elegir entre hacer lo correcto o lo incorrecto.

El filósofo existencialista Jean-Paul Sartre fue un defensor ferviente del libre albedrío, argumentando que los seres humanos están "condenados a ser libres". Para Sartre, no hay una esencia predefinida o una naturaleza humana que determine nuestras acciones. En lugar de eso, debemos crear nuestro propio sentido a través de nuestras elecciones. Esta libertad, sin embargo, también trae consigo una gran responsabilidad, y a menudo causa angustia existencial, ya que cada elección define quiénes somos.

Pero la libertad absoluta también plantea problemas. ¿Qué implica exactamente ser libre? ¿Podemos realmente tomar decisiones completamente independientes de nuestras influencias culturales, biológicas o psicológicas? Para los críticos del libre albedrío, esta noción es ilusoria. Argumentan que nuestras elecciones están siempre influenciadas por factores que escapan a nuestro control, como nuestra genética, educación y las normas sociales.

Compatibilismo: ¿Podemos conciliar ambos conceptos?

Frente a la aparente contradicción entre el determinismo y el libre albedrío, algunos filósofos han propuesto una posición intermedia conocida como "compatibilismo". Esta teoría sostiene que el libre albedrío y el determinismo no son mutuamente excluyentes. Según los compatibilistas, aunque nuestras decisiones pueden estar influenciadas por causas externas, todavía podemos ser considerados moralmente responsables si actuamos de acuerdo con nuestras intenciones y deseos.

David Hume, un defensor del compatibilismo, argumentaba que la libertad no es la ausencia de causas, sino la capacidad de actuar según nuestras motivaciones internas, incluso si esas motivaciones están determinadas por causas previas. En este sentido, el hecho de que nuestras decisiones estén influenciadas por factores externos no significa que no tengamos la capacidad de hacer elecciones significativas.

El compatibilismo ofrece una vía para reconciliar la libertad con las leyes causales del universo. Si aceptamos que nuestras acciones están determinadas, pero que también reflejan nuestras intenciones y deseos, podemos seguir hablando de responsabilidad moral. Este enfoque se refleja en el derecho penal, donde las circunstancias que rodean un crimen, como las influencias psicológicas o las presiones externas, son tenidas en cuenta sin negar por completo la responsabilidad del individuo.

Las implicaciones psicológicas: ¿Es la libertad solo una ilusión?

Desde la psicología, el debate sobre el libre albedrío y el determinismo ha cobrado importancia en la investigación de la cognición y el comportamiento humano. Estudios recientes en neurociencia han puesto en duda la noción de un libre albedrío absoluto. Investigaciones como los experimentos de Benjamin Libet en los años 80 sugieren que el cerebro toma decisiones antes de que seamos conscientes de ellas. Esto ha llevado a algunos científicos a argumentar que nuestras decisiones son simplemente la manifestación consciente de procesos neuronales que ya se han iniciado.

Sin embargo, algunos psicólogos defienden que, aunque nuestras decisiones puedan estar condicionadas por factores subconscientes, esto no invalida completamente la experiencia subjetiva del libre albedrío. La percepción de ser agentes libres es fundamental para nuestra identidad y bienestar psicológico. Creer que tenemos control sobre nuestras acciones nos da una sensación de autonomía y propósito, y puede influir positivamente en nuestra autoestima y motivación.

¿Qué significa esto para la moralidad y la responsabilidad?

El debate entre el libre albedrío y el determinismo tiene profundas implicaciones para la moralidad. Si nuestras decisiones están predeterminadas, ¿somos realmente responsables de nuestras acciones? El determinismo radical podría sugerir que no debemos castigar a los individuos por sus acciones, ya que no tuvieron control real sobre ellas.

Sin embargo, incluso desde una perspectiva determinista, muchos filósofos y teóricos legales argumentan que la noción de responsabilidad sigue siendo crucial para mantener el orden social. Las consecuencias, como el castigo o la rehabilitación, pueden seguir siendo útiles para prevenir futuros comportamientos indeseados, independientemente de si las decisiones fueron libres o no.

Conclusión

La paradoja del libre albedrío frente al determinismo nos enfrenta a preguntas profundas sobre la naturaleza humana y nuestras elecciones. Mientras que el determinismo nos sugiere que nuestras decisiones están predeterminadas por una cadena de causas y efectos, el libre albedrío nos otorga la sensación de autonomía y responsabilidad. El compatibilismo ofrece una vía para reconciliar ambas posiciones, sugiriendo que nuestras decisiones pueden estar determinadas, pero aún así ser moralmente significativas.

Aunque este debate sigue abierto, lo que es claro es que la filosofía y la psicología continúan brindándonos herramientas valiosas para reflexionar sobre nuestras decisiones y las fuerzas que nos guían. La idea de que somos responsables de nuestras acciones, incluso en un mundo donde la causalidad rige nuestras vidas, sigue siendo una de las cuestiones más fundamentales de la experiencia humana.