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sábado, 20 de septiembre de 2008
miércoles, 17 de septiembre de 2008
A dibujar que es lunes
Vaya con Shylock, el malvado malvadísimo de ‘El mercader de Venecia’, obra de teatro escrita por William Shakespeare a finales del siglo XVI.
«Me ha infamado, y me ha impedido ganar medio millón; se ha reído de mis pérdidas, ha insultado a mi raza, ha estropeado mis tratos, ha enfriado a mis amigos, ha colaborado con mis enemigos: y ¿por qué razón? Soy judío. Un judío ¿no tiene ojos? ¿No tiene un judío manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones? ¿No se alimenta con la misma comida, no es herido por las mismas armas, no está sujeto a las mismas enfermedades, no se cura por los mismos medios, no se enfría y se calienta con el mismo invierno y el mismo verano que un cristiano?». Y aún tres frases más, muy simples, muy ciertas: «Si nos pincháis, ¿no sangramos? Si nos hacéis cosquillas, ¿no reímos? Y si nos ofendéis, ¿no nos vamos a vengar?»
¡Ah, la sabiduría de Shylock! 📜 Un tipo que, con un toque de ironía, nos recuerda que todos somos humanos, sin importar si preferimos la Navidad o el Hanukkah. 🎄🕎 ¿Te pica la piel? Yo también. ¿Te ríes cuando te hacen cosquillas? Bienvenido al club. ¿Sangras cuando te pinchan? ¡Sorprendente! Resulta que todos estamos cortados con la misma tijera... ¿Entonces por qué seguimos usando tijeras distintas para medirnos? 🤷♂️
Un monólogo que, entre risas y sarcasmo, nos deja claro que no importa de dónde vengas o en qué creas, al final, todos compartimos lo mismo: la capacidad de sentir, de reírnos y, claro, de buscar venganza cuando las cosas no van bien. Porque, al fin y al cabo, ¿no es la vida una tragicomedia shakespeareana en la que todos estamos jugando el mismo papel?
Vamos, que al final somos más parecidos de lo que nos gusta admitir. ¡Feliz lunes, humanos del mundo! 🌍💪 #Shakespeare #ElMercaderDeVenecia #IroníaHumana
martes, 9 de septiembre de 2008
Video, La vanidad y el prejuicio son dos conceptos
La vanidad: La vanidad se refiere a una valoración exagerada de uno mismo, que busca constantemente la aprobación y admiración externa. Filosóficamente, ha sido interpretada de diferentes maneras:
- Immanuel Kant, por ejemplo, consideraba la vanidad como una forma de autoengaño y de distorsión de la moralidad. Para él, la vanidad se oponía a la verdadera dignidad del ser humano, que debe basarse en el respeto hacia uno mismo y los demás, no en el deseo de ser alabado.
- Friedrich Nietzsche entendía la vanidad como una manifestación del "ego" y del deseo de poder. Para Nietzsche, la vanidad es una forma de debilidad, en la cual el individuo se preocupa más por la apariencia que por el auténtico desarrollo de su voluntad.
- Jean-Paul Sartre, desde el existencialismo, también habla de la vanidad en el contexto del "ser para otros". En su obra "El ser y la nada", describe cómo las personas a menudo buscan la validación a través de la mirada de los demás, lo cual resulta en una vida inauténtica.
El prejuicio: El prejuicio implica un juicio preconcebido, generalmente negativo, sobre una persona o un grupo, basado en estereotipos o creencias infundadas. Desde un punto de vista filosófico:
- Michel Foucault analizaría el prejuicio desde una perspectiva estructural y de poder. Para él, los prejuicios están construidos por las instituciones y el discurso dominante, que moldean las formas de pensar y actuar de las personas. El prejuicio es, entonces, una herramienta del poder para mantener el status quo.
- Edmund Husserl, desde la fenomenología, argumentaría que el prejuicio impide la "visión pura" de la realidad. Para él, los prejuicios distorsionan nuestra percepción de las cosas, ya que proyectamos ideas preconcebidas en lugar de experimentar los fenómenos tal como son.
- Hannah Arendt, filósofa política, vinculaba el prejuicio con la falta de pensamiento crítico. Para Arendt, los prejuicios surgen cuando las personas no reflexionan sobre las consecuencias de sus creencias o no desafían las normas sociales. Esto puede llevar a una "banalización del mal", donde las acciones perjudiciales se llevan a cabo sin conciencia.
En conjunto, la vanidad y el prejuicio pueden ser vistos como mecanismos de defensa del ego y como limitaciones para una vida auténtica y crítica, al influir negativamente en la manera en que las personas se relacionan consigo mismas y con los demás.